martes, 9 de noviembre de 2010

Trujillo a ritmo de Chan Chan Chan

Lástima del gris plomizo de sus cielos que hacen que desluzcan las casonas coloniales pintadas con vivos colores y sus impresionantes ventanas a pie de calle. Aunque el color que predomina, no es el gris, sino el amarillo. El amarillo de los taxis que colapsan la ciudad, y que representan un 90% del tráfico de Trujillo junto con los ya conocidos 'combis'.

Pero vayamos a los que importa, el complejo o la ciudad Chimú de Chan Chan. Con una superficie original de 36 km2, con diez palacios de una extensión media de 11 hectáreas y apenas un tercio de su estado original, es sin duda, y a pesar de todo, una visita obligada para cualquiera que visite estas tierras.

Cuando los trabajos de restauración estén más avanzados y se puedan visitar más zonas de la ciudad precolombina más grande de América, será sin duda uno de los complejos más espectaculares del mundo. Aunque dicho sea de paso, van a tener que echarle mucha imaginación al tema, ya que el cabrón de El Niño de 1998, arrasó una parte muy importante de complejo, debido a su virulencia y a la fragilidad del material del que está hecho: adobe.

Luego me dirigía Huanchaco, la playa, donde se suponía que ibamos a ver los caballitos de totora. Unas embarcaciones hechas con juntos que utilizan los pescadores locales, pero cuando hemos llegado estaban infestadas por decenas de surferos y otros pajarracos.


  

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